domingo, 20 de septiembre de 2009

Diecisiete...

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete… ¡diecisiete años ya! Parece que el otro día era una niña que jugaba con su primo en el campo, una niña que lloraba porque los Reyes no le habían traído lo que ella había pedido, una niña que iba al colegio agarrada a la mano de su madre.


¿Qué hay de esa niña? Hay quienes dicen que ha crecido, otros que ya no existe y luego están los que piensa que está y siempre estará. Yo soy una de estas últimas. Siempre he pensado que cuando crecemos, vamos madurando, aprendiendo, pero que esa persona que un día fuimos, esa niña inocente que un día fui sigue dentro de mí y que a veces intenta salir y otras en las que sale totalmente. Puede que ya no juegue con mi primo, puede que ya no crea en los Reyes Magos o puede que mi madre no me lleve al cole cogida de la mano, puede que esos momentos nunca vuelvan, pero siguen ahí. Siempre seguiré recordando esos juegos con mi primo, seguiré esperando el día de Reyes como una niña y seguiré conservando el tacto de la mano de mi madre en mi memoria.


Soñadora suelen llamarme, quizás lo sea o quizás no. No lo sé. Sólo sé que prefiero vivir lo que me queda a rememorar lo vivido. Sí, son tiempos bonitos y guardo buenos recuerdos pero no creo que sea lo correcto detenerse en un tiempo bonito sino seguir adelante y construirse un tiempo mejor, un futuro espléndido. Los años seguirán pasando… dieciocho, diecinueve, viente, veintiuno, veintidós, veintitrés… seguirán volando, simplemente seguirán. El tiempo no se detiene, tú puedes detener tu mente y permanecer en un lago de recuerdos pero quizás un día intentes echarla a andar de nuevo y el tiempo no habrá esperado por ti, siguió, avanzó y eso implica que tu cuerpo también. Tu mente seguirá joven, quizás, pero tu cuerpo habrá envejecido y nunca será lo mismo, son años que habrás desperdiciado.


Mido más y peso más, pienso y siento más. Supongo que a esto se le llama crecer, madurar, adquirir experiencia. Me gusta esta sensación, no siento mis límites, me siento libre de explorar, de investigar todo lo que quiera, encontrar mis límites. Poseo años para descubrir mi papel en la vida.

Tengo diecisiete, y lo que me queda.

jueves, 27 de agosto de 2009

Sueños

¿Es eso lo que he soñado yo? ¿Era un sueño o era un visión de algo cierto? No lo sé, quizás es una es una broma macabra de mi subconsciente. Sólo sé que esta noche he soñado un sueño.
En él yo me veía sentada en el bar más tranquilo de la ciudad. Yo sostenía una taza de té en una mano, que me ayudaba a digerir las palabras de Auster que sujetaba en la otra. Nada de esto es muy relevante, lo sé, pero son detalles que de alguna forma completan la historia.
En fin, la historia principal empieza cuando vi a un chico en la mesa del frente. Aún le doy vueltas y sigo sin encontrar la explicación de por qué me llamó la atención. Durante un momento lo observé detenidamente. No era precisamente guapo pero tenía una cicatriz a lo largo de la nariz. Esta le daba un aspecto más interesante. Además, me di cuenta que también leía algo de Auster. No pude observarlo durante más tiempo porque él alzó la vista y yo traté de disimular llamando al camarero. Creo que en ese momento fue él quien estuvo observándome. Supongo que no vería más que una chica más que disfrutaba de la tranquilidad del bar o tal vez encontrase algo más porque me pareció atisbar una sonrisa. Quizás fuese la casualidad de estar leyendo al mismo escritor o simplemente fue porque en el momento que levantó los ojos yo comencé a ruborizarme.
No recuerdo más detalles de la fantasía pero aún me acuerdo de cómo acabó: él siguió leyendo, yo terminé el segundo té que había pedido y salí de allí pensando que no volvería a verlo más. Sin embargo, no hay duda de que él salió al poco tiempo que yo ya que, a lo que parecía cinco minutos, él ya estaba a mi lado con un Hola y la sonrisa más cautivadora que había visto para regalarme.
Y sin más, el despertador sonó una mañana más. No sé si hubiese pasado algo si el reloj no sonase, ni sé si ese chico existe pero he de reconocer que vivo con esa esperanza, con la esperanza de encontrarme con esa sonrisa y ese Hola.

martes, 11 de agosto de 2009

Hoy alguien me ha contado su historia. No es una historia feliz, precisamente. Me contó cómo puede llegar a ser el amor. Yo he estado pensando sobre ello y lo he comparado un poco con la Escena IV del Acto Primero de Romeo y Julieta.

[…]
ESCENA IV
[Una calle]
(Entran Romeo, Mercucio y Benvolio, con otras cinco o seis Máscaras, portadores de antorchas, etc)

Romeo: ¿Qué? ¿Hay que decir ese discurso para excusarnos, o entramos sin dar explicaciones?
Benvolio: Se ha acabado el tiempo de semejantes fastidios: no tendremos a un Cupido vendado con un pañuelo, llevando un arco tártaro de madrea pintada, que asuste a las damas como un espantapájaros; ni haremos nuestra entrada con un prólogo de memoria, dicho débilmente siguiendo al apuntador: sino que nos midan por lo que quieran: nosotros les mediremos unos compases, y nos iremos.
Romeo: dadme una antorcha: no estoy para esos pataleos: como estoy sombrío, llevaré la luz.
Mercucio: No, querido Romeo: te tenemos que hacer bailar.
Romeo: Yo no; creedme: vosotros tenéis zapatos de baile bien ligeros: yo tengo el alma en los pies y me pega al suelo sin dejarme mover.
Mercucio: Eres un enamorado: pide prestadas las alas de Cupido y elévate con ellas por encima de lo común.
Romeo: Demasiado hondo me ha traspasado su dardo para que me eleve con sus plumas ligeras: y así amarrado, no puedo subir de nivel sobre el dolor de marras: me hundo bajo la pesada carga del amor.
Mercucio: Pero, para hundirte en él, tendrías que cargarte sobre el amor: demasiada opresión para tan tierna cosa.
Romeo: ¿Es tierna cosa el amor? Es demasiado duro, demasiado violento y pincha como los espinos.
Mercucuio: Si el amor es duro para ti, sé duro con el amor: pincha el amor por pinchar, y derribarás al amor. Dadme una funda para meter la cara: ¡una careta para una carota! ¿Qué me importa qué ojos curiosos observan las deformidades? Aquí está el ceñudo que se ruborizará por mí.

¿Quién es el que tiene la razón? Quizás la tiene Romeo diciendo que el amor es demasiado duro, demasiado violento. Pero, tal vez, la razón está en posesión de Mercurio y sus palabras son más acertadas que las del joven enamorado.
Sí, porque el amor no sólo daña a corazones que no sienten nada sino que también daña esos que parecen elevarse en su esencia al estar enamorados.
“El amor pincha como los espinos”. Pero, ¿sólo el amor pincha? ¿Sólo el amor es capaz de atravesar nuestros corazones tan profundamente como para dañarlos? Yo no pienso así, creo que muchas cosas en esta vida causa daños, pero pocas son capaces de hacer que este sea irrevocable. Sin embargo, el amor daña pero esas heridas cicatrizan y apenas dejan marcas. El amor es algo que la gente ve como algo cruel y despiadado pero porque sólo quieren ver eso. El amor es tierno y sensible de igual forma.
Alguien dijo una vez (no sé dónde lo escuché, ni quién) que lo mejor de las peleas es reconciliarse. ¿Por qué alguien piensa así? Porque él descubre que el amor, después de momentos amargos, te da los momentos más dulces que puede llegar a sentir alguien.
Volvamos a Romeo y Julieta: Romeo mientras está enamorado de Rosalina es puro pesimismo, piensa que las horas pasan lentas y amargas pero, sin embargo, cuando conoce a Julieta todo es diferente, desearía para el tiempo, que la Luna no se dejara reemplazar por el Sol, que esas horas tan dulces no acaben.
Entonces yo me pregunto: ¿Qué es el amor? ¿Cómo es? ¿Sabe a amarga hiel o sabe a la más dulce de las alegrías?
Ahora sí, volviendo a la idea que tiene esa persona del principio sobre el amor, ella piensa como Romeo cuando su amor va dirigido a Rosalina: que el amor es duro y violento y que sólo nos hace sufrir. Pero lo que yo pienso es que, habrá un momento en que esta persona se enamore de Julieta y le parezca que el amor es maravillo.
Una vez un hombre iba por la calle hablando por teléfono y le escuché cantar esa canción que dice “All you need is love”. Ese hombre piensa que el amor es genial y, sin embarho, hay otras que piensan que es odioso, que es algo que no merece la pena. Por lo que me lleva a pensar que si el amor es lo contrario del odio y el odio es lo que hace que haya tantas peleas y guerras, si todo el mundo pensara que el amor es una mierda, todo el mundo odiaría sin más y las guerras, peleas, asesinatos, todo lo malo se desenfrenaría y el mundo sería un casi de muerte y odio.
Teniendo en cuenta esto, el amor es el salvamento de la humanidad y la coexistencia entre personas.

Conclusiones:
1) El amor hace daño, tanto que la gente piensa que no será capaz de superarlo.
2) Sin amor, el mundo sería un caos de odio y muerte.
3) El amor es incomprensible pues es violento, cruel, dulce y sensible a la misma vez. El amor es la mezcla de todas las definiciones y de todas las sensaciones.

jueves, 30 de julio de 2009

Te Quiero Barcelona

Jueves 23 de julio, 2009: Los siete (Tony, Mayte, David, Vanessa, Óscar, Natalia y yo) cogemos el avión hacia Barcelona para arbitrar en un torneo interanacional. Yo esperaba pasármelo bien y pitar y ver muchos partidos.

El primer día se me dio bastante mal porque los partidos que pité fueron algo difíciles -o quizás es que yo estaba pensando en las musarañas- y me insultaron mucho desde la grada.
Ese primer día conocí a los demás árbitros. Había un iraquí, argelinos, alemanes y otro grupo español que era de Valladolid. Con el que más hablé fue con Alexander, uno de los alemanes. El chico era bastante simpático y me caía bien. Además, así practicaba mi inglés. Con Paul y con Christopher hablé también un poco pero con Max... un "Hi" y un "Good Night" cada día. Los argelinos eran un poco raros pero con el iraquí hablé un poquito.

Luego llegó el segundo día, eso nada, todo bien. Empecé a pitar mejor y la grada me gritaba menos. Lo peor eran las agujetas que tenía de estar todo el día anterior corriendo.
Así pasaron los días, con alguna que otra alteración en los planes. En realidad no sé los días exactos pero sí me acuerdo de las alteraciones:
La tarde/noche antes del último día fue lo más gracioso. Lo contaré:
Todo empezó cuando estábamos esperando en el colegio para la reunión de los árbitros. Estábamos allí acostados en el suelo (sí, éramos peor los árbitros que los jugadores) y Óscar aprovechó y nos mojó a todos. Después de esto se juró la guerra porque se la cobraron y lo mojaron todo, de arriba a abajo. Él fue al baño a cambiarse pero volvió con una botella grande de agua... yo que lo ví antes que todos así que salí corriendo camino al comedor.
Cuando subo las escaleras escucho: pss, pss.
Y cuando miro un tío me echa agua y como me cogió desprevenida me dio en toda la cara. Lo miré y era un jugador del Ángela Andebol Clube, un equipo portugués que había ido al torneo.
Yo le dije: Cabrón, mañana te echo con roja.
- No, por favor no, roja no.
- Sí, mañana, sí.
- Ah, no te atreves.
Yo me quedé calladita porque sabía que no iba a tocar arbitrarle, así que no podría echarle roja. Yo lo sabía, pero él no.
Cuando terminó la reunión de árbitro fuimos a ducharnos para subir luego a la fiesta que había todas las noches. A mitad de camino nos lo encontramos y me dice:
- Señorita árbitro, si mañana no me echas con roja te doy un beso en la boca.
- Pues entonces ahora no te libras de la roja. - le dije.

Pues nada, ahí quedó la cosa hasta que nos lo encontramos en la verbena (nos encontró él) y se puso a hablar con nosotros.
Y yo pensaba: joder, la camisa que tiene puesta está guapa, guapa.
Y le pregunté: Me cambias la camisa? Te doy la mía que es del equipo en el que juego. Pone mi mi nombre y todo
Él me dijo que sí, que me la cambiaba, pero no se lo pensó dos veces cuando le dije que se la cambiaba allí mismo, en medio de la verbena donde no habían baños. Como no habían baños ni nada tuve que quitarme la camisa delante de él y de todos los que estaban a mi alrededor. Eso sí, me la quité rápido y me puse la de él más rápido aún.
Al día siguiente Hugo fue con mi camisa a jugar un partido. Yo pensaba: ¡Ay, Madre! Qué vergüenza.

* Otras cosas dignas de contar son observaciones nuestros y otros hechos.

1ª observación, by Mayte.
Alexander te está echando el ojo, te lo digo yo.
2ª observación, by Mayte
¡Dios! Esa tía es una pu..
3ª observación by Mayte, David y Nati.
El portugués, Hugo, quiere rollo contigo.


Hecho 1º
Gabriela era como una freidora, no hacía más que calentar aceite. Tenía a todos, pero totalmente todos, los chicos calientes... no paraba de tocarlos.
Hecho 2º
Las de Taiwan, unas cracks.
Hecho 3º
Los del Aubagne son unos matados y gilipoll...


Y muchas cosas más, que ahora mismo no recuerdo.

jueves, 25 de junio de 2009

Mis vecinos...

Hoy me ha pasado algo muy cómico, bueno lo llamo así por no llamarlo de otra manera. Hoy he terminado el último examen del curso. Hoy por fin soy libre, hasta el próximo curso, claro. La verdad es que pensándolo así no es mucho tiempo pero siempre será mejor que nada. Bueno, me estoy desviando del tema central, de la historia principal:
El caso es que desde hace una semana aproximadamente tengo vecinos. Se ve que son una pareja y que tienen un hijo pequeño. Aún no los he visto pero lo sé porque las paredes me lo cuentan. En verdad no es que me lo cuente sino que no lo oculta. Las paredes parecen estar agujereada, parece que no existe. Cada noche, cuando voy a dormir escucho cómo se duchan, cómo pelean al niño para que se vayan a la cama y demás costumbres que poseen. Lo gracioso, lo cómico de todo esto es que nunca había escuchado lo que he escuchado esta tarde. Lo contaré todo, para que no pienses que vivo con la oreja pegada a la pared.
La realidad es que hoy ya soy libre, como comenté antes y, por ello, decidí disfrutar de mi libertad durmiendo un rato, descansando después de tanto estudiar. Pero como mismo me pasa por las noches, parecía que la pared de mi cuarto no existía porque escucho completamente todo. Comprendí que así no podría dormir así que me fui al cuarto de mi madre y me acosté en su cama. Dormí, y lo hice bastante rápido porque en esa habitación no se escucha tanto los ruidos.
Pero ya te puedes imaginar qué me despertó. Sí, fueron los ruidos que hacían los vecinos, fueron ellos los que rompieron el hechizo que Morfeo tenía sobre mí. Sin embargo, esta vez no era el niño gritando, ni la madre peleándole, ni el padre duchándose. Esta vez era un ruido diferente y uno que no me hubiese gustado escuchar. Desde el principio supe que era el ruido de una cama, pues mi cama también lo hace, pero ese no era el único sonido que traspasaba la consistente pared. Imagino que te imaginarás cuál era el otro maldito sonido. Si piensas en gemidos has acertado. Creo que también podrás imaginarte la gracia que me hizo que me despertase eso.
No pretendía gozarme el espectáculo, prefería que lo gozaran ellos, nunca mejor dicho. Salí rápidamente de la habitación maldiciendo y me vine al salón. Pero el ruido aún llegaba así que tuve que poner música, y bastante alta, para acallarlo. Ahora estoy en las condiciones que describo: en el salón con música alta y escribiendo esto. Aunque dudo que hubiese sido necesario escribirlo de ya, porque no creo que se me olvide esto, al menos por un largo tiempo.

Conclusión: vivir en un piso donde las paredes parecen no existir es bastante desagradable.

De Fiesta!

Esta noche he salido, he salido de fiesta con la gente de mi clase. He de decir que este año era nueva en ese instituto, que era nueva en la clase y no conocía mucho a las personas con las que iba a cursar este año. Otro punto es que hay personas que no se relacionan mucho, que van en su mundo y no hablan con todos.
Pues eso, que salí de marcha con la gente de clase. Era la cena de Fin de Curso, celebrábamos que habían acabado las clases y que éramos libres. Pues nada, primero fuimos a cenar y estuvimos allí hablando un rato entre nosotros, riéndonos todos juntos y lo que se suele hacer en las cenas, comer. En verdad, nos quedamos con hambre, pero eso era lo de menos. Fuimos a La Lagartija para tomar unas copas antes de ir a las discotecas. Allí me encontré con Marta, Erica y Natalie que son mis amigas y compañeras del equipo. Hablé un poco con ellas mientras los de mi clase bebían. Me dijeron que luego salían al Merekumbe y yo les dije que también iría.
Luego fuimos la discoteca, al Merekumbe, pero se ve que a la gente no le gustó porque de repente vimos que quedábamos parte de las chicas y un chico. Nos molestó un poco porque ni siquiera avisaron, pero seguimos allí durante un rato. Al rato, los que quedábamos, empezamos a aburrirnos de la música bacalao y nos fuimos a la Sambuca, allí estuvimos muy poco tiempo porque había mucha gente tanta que ni se podía bailar. Salimos de la Sambuca y fuimos de nuevo al Merekumbe a buscar la chaqueta de una amiga. Allí me encontré con las chicas del equipo que se nos unieron (siempre han tenido ese don de relacionarse con la gente). Cuando cogimos la chaqueta volvimos a salir para buscar a los chicos que habíamos perdido al principio. Los encontramos en La Jarra, entramos y aquello era pequeñísimo y la música casi no se escuchaba. Mi amiga Elizabeth empezó a marearse del calor y la acompañe fuera.
A las 2 de la mañana, aproximadamente, estábamos de nuevo en el Merekumbe pero sentadas porque nos dolían mucho los pies. Marta me convenció para que fuese a dar una vuelta con ellas y luego me reencontraría con mis amigas de clase de nuevo. Estuvimos dando vueltas, bastantes, y cada vez me dolían más los pies. Al final terminamos sentadas en un muro al lado de una chica que la conocíamos porque es de un equipo contra el que jugamos. Estuvimos como media hora hablando con ella, luego decidimos levantarnos y volver a buscar a mis amigas pero cuando llegamos a la discoteca no estaban, al menos donde las había dejado.
Erika, sobre las 3, decía que iba a llamar ya a la madre para irse a casa porque no podía más con aquellos zapatos. Así que nos quedamos Marta, Natalie y yo. Me obligaron a dar vueltas y vueltas con ellas hasta que se hicieron las 4 de la mañana, que Marta me había prometido que a esa hora me dejaría llamar a mi hermano para que me viniese a buscar. Así que eso hice, lo llamé y también llamé a Elizabeth para ver si venía conmigo. Cuando la llamé me dijo que sí, que venía a donde estaba yo y nos íbamos juntas. Primero vinieron a buscar a Marta, luego vinieron a por mí y luego a por Natalie.
En el coche Elizabeth y yo estuvimos hablando sobre lo que vimos e hicimos. Me contó que Alejo se lió con Carla y que los dos iban puesto de algo más que simple alcohol. Fue muy fuerte lo que me contó acerca de lo que les vio hacer, cosa que omitiré. También estuvimos hablando de que algunos iban muy borrachos, que de otros líos que hubieron.
Y así acabó la noche para mí, a las 4:30 que llegué a mi casa después de dejar a Elizabeth en su casa.

Conclusiones: 1/ Si vas con un grupo muy grande, la gente termina dispersándose. 2/Si te separas de alguien, difícilmente vuelves a encontrarla. 3/ Hay gente que se desfasa mucho cuando sale.

miércoles, 17 de junio de 2009

¿Debería haberlo hecho o no?

Desde hace un año, aproximadamente, un recuerdo me invade y me hace dudar sobre qué hubiese pasado si lo hubiese hecho. Por las noches sueño con ello, a veces sueño que soy capaz y que mi vida sería diferente pero nunca llego a descubrir cómo acaba todo exactamente.
Lo siento, creo que para que lo entiendas primero debería explicar lo ocurrido, lo que no hice y lo que podría haber hecho. Empezaré por el principio.
Era un viernes cualquiera, estaba en el recreo con mis amigas. Yo no hacía mucho caso, pensaba más bien en lo mío. Se ve que no era muy importante mis pensamientos en ese momento porque no los recuerdos pero sé que me molestó que Jessy los interrumpiese.
- Sylvia, Sylvia, ¿te vienes al cumpleaños de Aaron?
- No lo sé, ¿dónde y cuándo es?
Me contó dónde y cuándo era y yo accedía a ir aunque no con muchas ganas pues no conocía a sus amigos. Las clases siguieron su curso, la rutina continuaba día a día mientras Jessy, que en ese tiempo era la novia del cumpleañero, planeaba el día del cumpleaños como si fuese el de ella misma. Nada relevante pasó hasta la noche del cumpleaños.
El día clave fue un sábado, por la mañana mis amigas quedaron para elegir cómo iban a ir vestidas, pero yo no fui porque nunca me he preocupado mucho por eso. A la tarde, fuimos a casa de Emily para que sus padres nos llevasen al apartamento donde se celebraba.
Al principio de la noche no estábamos solos también estaba la familia de Aaron. Hasta que no se fueron estábamos un poco tímidos pero luego, pusimos música y los chicos empezaron a beber alcohol y a soltarse. Yo me dedicaba a beber simplemente refresco porque nunca me ha gustado el alcohol. Los chicos jugaban a la PlayStation mientras nosotras hablábamos y mirábamos. Pero luego, cada chico se sentó con su pareja y se acamelaron bastante. Yo quedé sola, obviamente, pero vi que aún quedaba un chico también sólo jugando aún a la consola.
La verdad es que me pensé bastante si sentarme al lado y ver cómo jugaba pero al final me decidí por hacerlo. Él me saludó y me invitó a si quería jugar con él. Fue el primero en presentarse, luego lo hice yo. Se llama Ethan. Yo accedí a echar un partido y jugamos durante un rato, no se me daba muy bien pero, por lo menos, nos reímos. Al tiempo, a alguien se le ocurrió dar una vuelta y pasar por el lugar donde se celebraría, al día siguiente, un triatlón.
No todos fuimos pero el chico que acababa de conocer y yo fuimos junto con unos cuantos más. Al principio fue normal, nos reímos de los extranjeros que estaban de fiesta, cantamos por la calle y los chicos se quedaron viendo las bicicletas profesionales que estaban colocadas para la carrera. Pero luego Ethan empezó a acercarse a mí y noté que hacía intentos de abrazarme. Yo reía pero en el fondo algo se encendió y me puse bastante nerviosa. Yo escapaba gracias a que llevaba rato corriendo y saltando, cosa que me encanta hacer porque me siento libre.
Creo que a él no le molestó y siguió intentando pero su oportunidad, o quizás la mía, no se presentó hasta más tarde. A mitad de la noche, pusieron una película y todos se acomodaron en los sillones. Yo y él quedamos solos otra vez y quedaba un sillón, de una plaza, para los dos. Parecía hecho aposta, Ethan se sentó en el sillón y yo me senté en uno de los brazos del mismo sofá. Me rodeó la cintura con su brazo, luego empezó a acariciarme y me cogió de la mano. Yo, a cada segundo que pasaba, me ponía más nerviosa y escalofríos empezaron a recorrer mi cuerpo. Por una parte quería que aquello llegase a más que a caricias pero por otra, me sentía insegura. Insegura y no sé por qué, quizás fuera porque estaba su expareja, porque apenas lo conocía o quizás fuese porque sólo había besado a una persona antes.
Duramos un rato así, luego él se fue susurrándome al oído:
- Me voy al cuarto, vente.
Yo me quedé en blanco, no le dije nada sino que balbuceé alguna excusa que ahora no recuerdo. Terminó la película y yo no fui a reencontrarme con él. Dormimos un rato, unas cuatro horas aproximadamente. Cuando despertamos y la luz de la mañana la situación había cambiado. Ahora era diferente, él casi no me miraba y yo no me atrevía a hablar con él. Tuvimos que irnos pronto, porque las chicas viajaban con el equipo de baloncesto y yo tenía que irme con ellas.
A los días siguientes, intenté conseguir su número de teléfono y su correo electrónico pero no me atrevía a llamarlo. A lo más que me decidí, y me costó bastante, fue a enviarle un par de mensajes. Él contestó a ellos, pero fue bastante seco y yo no sabía qué pensar. Lo más seguro era que estuviese decepcionado, porque le di pie a pensar que pasaría algo más.
Ahí quedó la cosa, después de eso ya no lo he visto más, al menos como la otra vez porque lo he visto por la calle y por la playa pero simplemente nos saludamos con un 'Hola' y nos despedimos con un 'Adiós'. Eso es el ahora, el otro día lo vi bastante porque lo vi en la playa y estaba cerca de mi grupo de amigos pero nunca me dirigió la mirada, ni llegamos a hablarnos. Y esa es mi duda, lo que me fastidia, que no lleguemos a ser amigos siquiera. Por si no fuera poco, mi corazón ahora está en mi contra. Cada vez que le veo, mi pecho debo prepararlo con una pared blindada porque mi corazón parece que quiere escapar y saltarle al chico encima. La verdad es que no sé si es que me gusta Ethan o es que la incertidumbre me puede y me obsesiona tener una oportunidad para hablar con él, para llegar a algo más quizás.