jueves, 25 de junio de 2009

Mis vecinos...

Hoy me ha pasado algo muy cómico, bueno lo llamo así por no llamarlo de otra manera. Hoy he terminado el último examen del curso. Hoy por fin soy libre, hasta el próximo curso, claro. La verdad es que pensándolo así no es mucho tiempo pero siempre será mejor que nada. Bueno, me estoy desviando del tema central, de la historia principal:
El caso es que desde hace una semana aproximadamente tengo vecinos. Se ve que son una pareja y que tienen un hijo pequeño. Aún no los he visto pero lo sé porque las paredes me lo cuentan. En verdad no es que me lo cuente sino que no lo oculta. Las paredes parecen estar agujereada, parece que no existe. Cada noche, cuando voy a dormir escucho cómo se duchan, cómo pelean al niño para que se vayan a la cama y demás costumbres que poseen. Lo gracioso, lo cómico de todo esto es que nunca había escuchado lo que he escuchado esta tarde. Lo contaré todo, para que no pienses que vivo con la oreja pegada a la pared.
La realidad es que hoy ya soy libre, como comenté antes y, por ello, decidí disfrutar de mi libertad durmiendo un rato, descansando después de tanto estudiar. Pero como mismo me pasa por las noches, parecía que la pared de mi cuarto no existía porque escucho completamente todo. Comprendí que así no podría dormir así que me fui al cuarto de mi madre y me acosté en su cama. Dormí, y lo hice bastante rápido porque en esa habitación no se escucha tanto los ruidos.
Pero ya te puedes imaginar qué me despertó. Sí, fueron los ruidos que hacían los vecinos, fueron ellos los que rompieron el hechizo que Morfeo tenía sobre mí. Sin embargo, esta vez no era el niño gritando, ni la madre peleándole, ni el padre duchándose. Esta vez era un ruido diferente y uno que no me hubiese gustado escuchar. Desde el principio supe que era el ruido de una cama, pues mi cama también lo hace, pero ese no era el único sonido que traspasaba la consistente pared. Imagino que te imaginarás cuál era el otro maldito sonido. Si piensas en gemidos has acertado. Creo que también podrás imaginarte la gracia que me hizo que me despertase eso.
No pretendía gozarme el espectáculo, prefería que lo gozaran ellos, nunca mejor dicho. Salí rápidamente de la habitación maldiciendo y me vine al salón. Pero el ruido aún llegaba así que tuve que poner música, y bastante alta, para acallarlo. Ahora estoy en las condiciones que describo: en el salón con música alta y escribiendo esto. Aunque dudo que hubiese sido necesario escribirlo de ya, porque no creo que se me olvide esto, al menos por un largo tiempo.

Conclusión: vivir en un piso donde las paredes parecen no existir es bastante desagradable.

De Fiesta!

Esta noche he salido, he salido de fiesta con la gente de mi clase. He de decir que este año era nueva en ese instituto, que era nueva en la clase y no conocía mucho a las personas con las que iba a cursar este año. Otro punto es que hay personas que no se relacionan mucho, que van en su mundo y no hablan con todos.
Pues eso, que salí de marcha con la gente de clase. Era la cena de Fin de Curso, celebrábamos que habían acabado las clases y que éramos libres. Pues nada, primero fuimos a cenar y estuvimos allí hablando un rato entre nosotros, riéndonos todos juntos y lo que se suele hacer en las cenas, comer. En verdad, nos quedamos con hambre, pero eso era lo de menos. Fuimos a La Lagartija para tomar unas copas antes de ir a las discotecas. Allí me encontré con Marta, Erica y Natalie que son mis amigas y compañeras del equipo. Hablé un poco con ellas mientras los de mi clase bebían. Me dijeron que luego salían al Merekumbe y yo les dije que también iría.
Luego fuimos la discoteca, al Merekumbe, pero se ve que a la gente no le gustó porque de repente vimos que quedábamos parte de las chicas y un chico. Nos molestó un poco porque ni siquiera avisaron, pero seguimos allí durante un rato. Al rato, los que quedábamos, empezamos a aburrirnos de la música bacalao y nos fuimos a la Sambuca, allí estuvimos muy poco tiempo porque había mucha gente tanta que ni se podía bailar. Salimos de la Sambuca y fuimos de nuevo al Merekumbe a buscar la chaqueta de una amiga. Allí me encontré con las chicas del equipo que se nos unieron (siempre han tenido ese don de relacionarse con la gente). Cuando cogimos la chaqueta volvimos a salir para buscar a los chicos que habíamos perdido al principio. Los encontramos en La Jarra, entramos y aquello era pequeñísimo y la música casi no se escuchaba. Mi amiga Elizabeth empezó a marearse del calor y la acompañe fuera.
A las 2 de la mañana, aproximadamente, estábamos de nuevo en el Merekumbe pero sentadas porque nos dolían mucho los pies. Marta me convenció para que fuese a dar una vuelta con ellas y luego me reencontraría con mis amigas de clase de nuevo. Estuvimos dando vueltas, bastantes, y cada vez me dolían más los pies. Al final terminamos sentadas en un muro al lado de una chica que la conocíamos porque es de un equipo contra el que jugamos. Estuvimos como media hora hablando con ella, luego decidimos levantarnos y volver a buscar a mis amigas pero cuando llegamos a la discoteca no estaban, al menos donde las había dejado.
Erika, sobre las 3, decía que iba a llamar ya a la madre para irse a casa porque no podía más con aquellos zapatos. Así que nos quedamos Marta, Natalie y yo. Me obligaron a dar vueltas y vueltas con ellas hasta que se hicieron las 4 de la mañana, que Marta me había prometido que a esa hora me dejaría llamar a mi hermano para que me viniese a buscar. Así que eso hice, lo llamé y también llamé a Elizabeth para ver si venía conmigo. Cuando la llamé me dijo que sí, que venía a donde estaba yo y nos íbamos juntas. Primero vinieron a buscar a Marta, luego vinieron a por mí y luego a por Natalie.
En el coche Elizabeth y yo estuvimos hablando sobre lo que vimos e hicimos. Me contó que Alejo se lió con Carla y que los dos iban puesto de algo más que simple alcohol. Fue muy fuerte lo que me contó acerca de lo que les vio hacer, cosa que omitiré. También estuvimos hablando de que algunos iban muy borrachos, que de otros líos que hubieron.
Y así acabó la noche para mí, a las 4:30 que llegué a mi casa después de dejar a Elizabeth en su casa.

Conclusiones: 1/ Si vas con un grupo muy grande, la gente termina dispersándose. 2/Si te separas de alguien, difícilmente vuelves a encontrarla. 3/ Hay gente que se desfasa mucho cuando sale.

miércoles, 17 de junio de 2009

¿Debería haberlo hecho o no?

Desde hace un año, aproximadamente, un recuerdo me invade y me hace dudar sobre qué hubiese pasado si lo hubiese hecho. Por las noches sueño con ello, a veces sueño que soy capaz y que mi vida sería diferente pero nunca llego a descubrir cómo acaba todo exactamente.
Lo siento, creo que para que lo entiendas primero debería explicar lo ocurrido, lo que no hice y lo que podría haber hecho. Empezaré por el principio.
Era un viernes cualquiera, estaba en el recreo con mis amigas. Yo no hacía mucho caso, pensaba más bien en lo mío. Se ve que no era muy importante mis pensamientos en ese momento porque no los recuerdos pero sé que me molestó que Jessy los interrumpiese.
- Sylvia, Sylvia, ¿te vienes al cumpleaños de Aaron?
- No lo sé, ¿dónde y cuándo es?
Me contó dónde y cuándo era y yo accedía a ir aunque no con muchas ganas pues no conocía a sus amigos. Las clases siguieron su curso, la rutina continuaba día a día mientras Jessy, que en ese tiempo era la novia del cumpleañero, planeaba el día del cumpleaños como si fuese el de ella misma. Nada relevante pasó hasta la noche del cumpleaños.
El día clave fue un sábado, por la mañana mis amigas quedaron para elegir cómo iban a ir vestidas, pero yo no fui porque nunca me he preocupado mucho por eso. A la tarde, fuimos a casa de Emily para que sus padres nos llevasen al apartamento donde se celebraba.
Al principio de la noche no estábamos solos también estaba la familia de Aaron. Hasta que no se fueron estábamos un poco tímidos pero luego, pusimos música y los chicos empezaron a beber alcohol y a soltarse. Yo me dedicaba a beber simplemente refresco porque nunca me ha gustado el alcohol. Los chicos jugaban a la PlayStation mientras nosotras hablábamos y mirábamos. Pero luego, cada chico se sentó con su pareja y se acamelaron bastante. Yo quedé sola, obviamente, pero vi que aún quedaba un chico también sólo jugando aún a la consola.
La verdad es que me pensé bastante si sentarme al lado y ver cómo jugaba pero al final me decidí por hacerlo. Él me saludó y me invitó a si quería jugar con él. Fue el primero en presentarse, luego lo hice yo. Se llama Ethan. Yo accedí a echar un partido y jugamos durante un rato, no se me daba muy bien pero, por lo menos, nos reímos. Al tiempo, a alguien se le ocurrió dar una vuelta y pasar por el lugar donde se celebraría, al día siguiente, un triatlón.
No todos fuimos pero el chico que acababa de conocer y yo fuimos junto con unos cuantos más. Al principio fue normal, nos reímos de los extranjeros que estaban de fiesta, cantamos por la calle y los chicos se quedaron viendo las bicicletas profesionales que estaban colocadas para la carrera. Pero luego Ethan empezó a acercarse a mí y noté que hacía intentos de abrazarme. Yo reía pero en el fondo algo se encendió y me puse bastante nerviosa. Yo escapaba gracias a que llevaba rato corriendo y saltando, cosa que me encanta hacer porque me siento libre.
Creo que a él no le molestó y siguió intentando pero su oportunidad, o quizás la mía, no se presentó hasta más tarde. A mitad de la noche, pusieron una película y todos se acomodaron en los sillones. Yo y él quedamos solos otra vez y quedaba un sillón, de una plaza, para los dos. Parecía hecho aposta, Ethan se sentó en el sillón y yo me senté en uno de los brazos del mismo sofá. Me rodeó la cintura con su brazo, luego empezó a acariciarme y me cogió de la mano. Yo, a cada segundo que pasaba, me ponía más nerviosa y escalofríos empezaron a recorrer mi cuerpo. Por una parte quería que aquello llegase a más que a caricias pero por otra, me sentía insegura. Insegura y no sé por qué, quizás fuera porque estaba su expareja, porque apenas lo conocía o quizás fuese porque sólo había besado a una persona antes.
Duramos un rato así, luego él se fue susurrándome al oído:
- Me voy al cuarto, vente.
Yo me quedé en blanco, no le dije nada sino que balbuceé alguna excusa que ahora no recuerdo. Terminó la película y yo no fui a reencontrarme con él. Dormimos un rato, unas cuatro horas aproximadamente. Cuando despertamos y la luz de la mañana la situación había cambiado. Ahora era diferente, él casi no me miraba y yo no me atrevía a hablar con él. Tuvimos que irnos pronto, porque las chicas viajaban con el equipo de baloncesto y yo tenía que irme con ellas.
A los días siguientes, intenté conseguir su número de teléfono y su correo electrónico pero no me atrevía a llamarlo. A lo más que me decidí, y me costó bastante, fue a enviarle un par de mensajes. Él contestó a ellos, pero fue bastante seco y yo no sabía qué pensar. Lo más seguro era que estuviese decepcionado, porque le di pie a pensar que pasaría algo más.
Ahí quedó la cosa, después de eso ya no lo he visto más, al menos como la otra vez porque lo he visto por la calle y por la playa pero simplemente nos saludamos con un 'Hola' y nos despedimos con un 'Adiós'. Eso es el ahora, el otro día lo vi bastante porque lo vi en la playa y estaba cerca de mi grupo de amigos pero nunca me dirigió la mirada, ni llegamos a hablarnos. Y esa es mi duda, lo que me fastidia, que no lleguemos a ser amigos siquiera. Por si no fuera poco, mi corazón ahora está en mi contra. Cada vez que le veo, mi pecho debo prepararlo con una pared blindada porque mi corazón parece que quiere escapar y saltarle al chico encima. La verdad es que no sé si es que me gusta Ethan o es que la incertidumbre me puede y me obsesiona tener una oportunidad para hablar con él, para llegar a algo más quizás.